martes, 6 de julio de 2010

Viaje inédito

Hace unos días en el Colegio nos dieron una nota para nuestros papás. Cuando se la entregué a mamá y la leyó, me dijo de lo que se trataba. Resulta que una señora muy rica; demasiado, me dijo mamá, que había sido alumna de nuestro Colegio, aunque de eso hacia bastantes años, iba a visitarnos porque había sido elegida como la primera mujer española en viajar al espacio como turista. Por medio de la nota se explicaban los actos previstos para ese día, además de comunicarles la suspensión de las clases de la mañana para que no lleváramos cartera ni bocadillo.
Por la noche cuando llegó papá, mamá le dio la nota y juntos la estuvieron comentando. Yo estaba haciendo los deberes pero cuando les oí hablar del tema estiré la oreja todo lo que pude y me quedé bastante intranquila. Papá era el más enfadado, pero enseguida me di cuenta que a ninguno de los dos le hacía gracia la dichosa visita. Luego, escuchando atentamente, me pude enterar de las razones de uno y de otro.
“No me parece nada bien, que por ser rica despilfarre tantísimo dinero en una capricho de esa naturaleza. ¡Vaya ejemplo para los niños!”-, decía papá.
“Mucho menos considerando la cantidad de niños que a diario mueren de hambre en el mundo”-, remataba mamá.
La verdad es que cuando escuché eso de la muerte de los niños por hambre, se me encogió el ánimo. Hasta entonces, nunca se me hubiera ocurrido pensar que nadie se pudiera morir de hambre, y menos niños; que quizás eran como yo; o sea, que muy bien podrían tener siete años o así, sin embargo debía ser cierto porque mis papás hablaban muy en serio. Otra cosa que me impresionó mucho fue cuando calcularon las personas que podrían vivir con el dinero que ella se iba a gastar. No se, no me acuerdo de la cifra, pero eran muchas, muchísimas personas que podrían salir de pobres con ese dinero. Tampoco les gustaba que visitara el Colegio, porque pensaban que podía ser un mal ejemplo e insistieron mucho los dos en eso, pues también estaban de acuerdo.
“Los niños y los no tan niños, pueden creer que todos los caprichos se pueden conseguir a base de dinero y el hecho de no tenerlo les produce frustración. Es un mal ejemplo, porque se educa, aunque sea sin querer, en el consumismo y el materialismo” A mí, aquellas palabras, la verdad, no me decían nada, pero escuchándoselas a papá, sabía que no podían querer decir nada bueno. A lo mejor era el tono, o yo qué se.
Tras cenar, me fui a la cama muy inquieta. Dormí mal porque soñé mucho sobre lo que papá y mamá habían estado diciendo la noche anterior. Unas cosas no terminaba de entenderlas del todo y otras me parecían increíbles.
A la mañana siguiente, mientras caminaba con mamá a solas hacia la parada del autobús escolar le pregunté con mucho cuidado, como si solo hubiera escuchado un poco de todo lo que hablaban. Me regañó por prestar atención a las conversaciones de los mayores cuando tenía que estar centrada en estudiar y hacer los deberes. Bueno, se enfadó pero no mucho. Además me lo fue explicando todo mucho mejor, para que lo entendiera, sin embargo me pidió que no lo comentara con nadie.
Dos días más tarde; o sea, ayer, se produjo la esperada visita
Todos los niños del Colegio andábamos muy excitados. A media mañana nos bajaron al patio, a esperar la llegada de la señora. Tuvimos que aguardar poco porque enseguida llegó en un coche enorme. También vinieron con ella muchas otras personas. Alguien dijo que eran Autoridades y Periodistas. Había mucho revuelo de gente: Fotógrafos y señores con cámaras de televisión, menudo follón.
Al principio a ella casi no la podíamos ver porque estaba rodeada de gente mayor. Sería por eso que nos llevaron al salón de Actos, a esperar que le enseñaran todo el Colegio, porque dijeron que después pasaría a saludarnos. Tuve suerte y me colocaron muy cerca del escenario, así la pude ver bien. Todo el mundo estaba muy contento, no sé si era porque íbamos a perdernos todas las clases de la mañana, pero yo estaba un poco preocupada después de todo lo que había escuchado a mis padres.
No entendía que los otros niños estuvieran tan alegres, sabiendo lo de los niños que se mueren a diario de hambre y todo eso. A lo mejor era que nadie se lo había dicho porque si no, no me lo explicaba. Lo de perder la clase estaba bien pero, ¡jo!, con lo del hambre y la muerte de los niños yo no vivía en paz.
Mientras esperábamos nos pusieron un documental sobre viajes espaciales. Era muy divertido ver como los señores que iban en la nave se movían como a cámara lenta y no se podían quedar quietos, enseguida terminaban en el techo. Parecía que estaban haciendo payasadas todo el tiempo. Nos reímos bastante, sobre todo cuando querían coger cualquier objeto que estaba como flotando y se les escapaba varias veces.
Por fin llegó la señora, llevando un enorme ramo de flores que le habían regalado. Saludó muy simpática y enseguida la acomodaron en una silla en el centro de la mesa. A su lado estaba el Director y varios Profesores. Los Fotógrafos y los de la Televisión no paraban de enfocarle desde distintos ángulos. No sé como la señora podía aguantar tanto jaleo en torno suyo, aunque la verdad es que parecía que le gustaba mucho porque no dejaba de sonreír.
Habló en primer lugar el Director. Nos contó, muy brevemente; bueno, según él, porque a nosotros se nos hizo un poco largo, la vida de la señora, sobre todo lo relacionado con su paso por el Colegio. Después algo de su vida particular y terminó ensalzando la heroica gesta que iba a protagonizar.
Aplaudieron mucho cuando terminó; yo, algo menos.
A continuación comenzó a hablar la señora. A ratos parecía que se emocionaba. Otros recordaba a una actriz declamando su papel. Luego trató de hacerse la interesante, dando mucha importancia al viaje que iba a realizar; como si realmente fuera una hazaña. A ella le aplaudieron mucho más cuando acabó; todos menos yo, claro, cada vez me gustaba menos aquello. Me parecía todo muy raro y por momentos me acordaba de lo que había oído y escuchado de boca de mis padres.
No tuve la culpa de nada o de casi nada. Fue ella, la señora, la que me provocó. Yo ni siquiera alcé la mano cuando pidió que le preguntáramos lo que quisiéramos y viendo que nadie se atrevía me señaló a mí, precisamente a mí. ¿No sé por qué?
Me puse en pie y enseguida tenía un micrófono delante. Desde siempre mis padres me habían inculcado la importancia de decir por encima de todo la verdad, de no mentir. Pues eso, que cuando la señora me preguntó la opinión que tenía de su viaje, me acordé que no debía mentir y así, de golpe se lo solté todo:
“ Pues a mí me parece mal, porque según me han explicado mis padres, con el dinero que usted se va a gastar en el viaje; que a ellos les parece que no es más que un capricho, podía evitarse que muchos niños murieran de hambre”
Tenía más cosas para decir, pero como noté que se hacía un silencio total, que a la señora se le había borrado la sonrisa de la cara y que todos los Fotógrafos, mas los Cámaras de televisión me enfocaban y en resumidas cuentas que todo el mundo me miraba a mí y que yo no veía a nadie de los nervios que me entraron al ver el desconcierto general, me callé. Ya no dije más.
Tampoco me hubieran dejado. Unos; los Profesores, me querían sacar de allí a toda costa. Otros; los Periodistas, querían seguir preguntándome. El barullo que se formó fue tremendo. La señora, según me dijeron después, se desmayó. La verdad es que yo no me lo creo del todo. Me parece, que más bien hizo que se desmayaba para evitar otras preguntas, como al final sucedió porque no dejaron preguntar a nadie detrás mío. De allí se la llevaron en volandas y ya no la volvimos a ver.
El alboroto fue impresionante y mientras muchos acompañaban a la señora, no pocos me asediaban a preguntas. Yo seguía en mis trece de permanecer callada, entre otras cosas porque estaba asustada del lío que se había formado. Oí muchas cosas, pero quizás lo que mejor se me quedó grabado fue el reproche de una de las Profesoras:” ¿Te habrás quedado a gusto, guapa?”
En medio de aquel desbarajuste, se me acercó una muchacha muy agradable y se ofreció para llevarme a casa. Se lo agradecí infinito.
Con mucha autoridad me cogió de la mano y abriéndose paso entre todos, alegando la necesidad de llevarme a casa, me sacó de allí. Tenía el coche casi a la puerta y enseguida estábamos las dos solas, circulando rumbo a mi domicilio.
Antes de llegar me preguntó amablemente si tenía sed. Y claro que la tenía. Me invitó a un refresco en una cafetería, ya muy cerca de mi casa. Mientras bebíamos, comenzó a interesarse por las intenciones que tenía al decirle a la señora lo que le había dicho. Quiso saber si era verdad que mis padres me habían hablado así, también quiso que le contara otras opiniones sobre el viaje y sobre la señora que me hubieran comentado mis padres. Lo cierto es que como estaba agradecida a como se había comportado conmigo, no tuve inconveniente en contarle todo de pe a pa.
Esta mañana mis padres no me han dejado ir al Colegio, dicen que todavía es pronto, después de lo que pasó ayer. Antes de incorporarme a clase de nuevo mi padre quiere ir a hablar con el Director y con mis Profesores.
Papá ha madrugado para comprar unos cuantos periódicos. En todos viene la noticia y sobre todo, porque Cris, la joven que tan amablemente me acompañó a casa, es periodista. Ha escrito mucho sobre el tema, incluso en algunos diarios sale mi foto pero la noticia no soy yo, es la señora. Ha cancelado el viaje y ha decidido entregar el importe del mismo a varias ONGs.
En mi casa, tras haber leído papá la noticia, estamos muy contentos. Lo que no sé, es ¿cómo me recibirán en el Colegio?
Esta es la historia de un viaje inédito, que ya sabéis como acabó.
Ahora falta saber cómo acabaré yo... y, ¡jolines!, un poquito de miedo si tengo.
Terrón de tierra
Torrelodones, 3 de Septiembre de 2.009

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