martes, 6 de julio de 2010

P O R L O S P E L O S


LEMA DEL BUEN ASCENSORISTA

“Tener tacto, sin tocar;
mirar sin ver;
oír, solo llover;
saber, hasta donde llegar y
a tiempo parar.”


Deambulaba Lorenzo, cabizbajo y meditabundo, por el entorno de su casa cuando casualmente tropezó con su buen amigo Carlos, que le interpeló:
-¡ Coño, Loren, ¿ qué haces tu por aquí a estas horas? !
-Ya ves, de vacaciones forzosas.
-¿ Y eso?
-Venga Charly, vamos a tomar una caña y te cuento, porque es para no creérselo.

No lejos de donde se habían encontrado estaba el bar La Carabela, lugar habitual de reunión entre los chavales del barrio. Cuando Cosme, dueño y sempiterno camarero del local, les hubo servido sendas jarras de cerveza, buscaron una mesa discreta para que Lorenzo pudiera poner al corriente de sus desventuras a Carlos.

“Todo empezó ayer por la mañana. Como todos los días, y más desde que me ascendieron de Botones a Ascensorista, madrugué para estar pronto en mi puesto de trabajo, porque me gusta revisar la cabina, limpiarla y comprobar que todo funciona a la perfección antes que llegue el personal. Casi siempre la primera en hacerlo es Tina, la secretaria del Director, que dicho sea de paso está de toma pan y moja. Solo que por mas que lo intento, yo, de mojar, nada de nada pero da gusto acompañarla hasta la planta diecisiete. Vamos es algo que te pone a cien y, créeme, vale la pena madrugar solo por verla. La digo muchas veces que deje ya a su anciano novio y me dedique a mi algo de su tiempo libre. Ella me contesta que cuando mi madre la contrate como canguro ya lo hará, porque huelo a “Nenuco” que apesto. Contraataco diciéndole que si me quiere cambiar los “Dodotis” allí mismo, pero me contesta que no ha empezado su jornada laboral todavía. Le replico con que ha equivocado la profesión porque parece la mujer de la limpieza y cuando me pregunta que ¿por qué?, sin cortarme un pelo la digo que por el polvo que tiene. Siempre andamos con este tipo de bromas que acaban dándome un cariñoso pescozón cuando llegamos a la diecisiete.

Pero ayer, a lo que íbamos, fue distinto. Bajaba más contento que unas castañuelas, tras haberme dado una ración de vista de las que hacen época, porque Tina venía con una blusa semitransparente y una minifalda de escándalo. Para colmo se la cayó el monedero y antes de que me diera tiempo a agacharme ya lo había hecho ella y me dejó verle, sin querer; claro, hasta el “oremus”. Imagínate como bajaba yo. Total, no hago mas que llegar al vestíbulo, abro la puerta y aparece un tío que a mi me sonaba de algo, pero que, para desgracia mía, no le reconocí. Le doy los buenos días y le pregunto, ¿ a qué piso va ? ¡ Jodeeeer, en que hora lo dije ! ¿Qué pasa Lorenzo, desayuna usted con cazalla o qué?
Mira, me subió al instante el desayuno, un modesto café y una tostada, a la boca y en unos segundos no supe que contestar. Aquel fulano me resultaba vagamente conocido y de buena gana le hubiera dado una contestación fuera de tono, pero, a Dios gracias, me acordé de ese anuncio de la “tele” en que un listillo se encuentra a la puerta de su oficina a una mujer que está muy buena y se la quiere ligar y cuando comienza la faena ella le contesta que está esperando a su marido, que aparece en ese momento y resulta ser nada menos que el Director de la Empresa. Pues algo así pensé yo que me podía pasar. Total que me armo de paciencia y le digo que me disculpe, que su cara me es conocida pero dado que veo a tanta gente al cabo del día pues que no caigo en esos momentos quién puede ser. O sea, me dice, a ascensor parado todavía, que has bebido tanto o estás drogado hasta las cejas, que ya no conoces a Don Emilio, Director General de la Empresa, ¿no? ¡Bueno, bueno, bueno, el soponcio que me entró! A todo esto yo no hacia mas que mirarle y remirarle y desde luego que parecerse se parecía mucho, pero no era él, ¡que iba a ser él! Don Emilio tiene una mata de pelo la mar de frondosa y el fulano que se encaraba conmigo lucía una alopecia galopante. Ni corto ni perezoso, atajo por lo sano y de buenas a primeras le digo que él no puede ser don Emilio, porque aquel tiene una mata de pelo muy respetable en todos los sentidos en contraste con su calva. Como dicen los andaluces, se le mudó la color, se vuelve hacia el espejo del ascensor a sus espaldas, a la vez que se echa mano a la cabeza y suelta un rotundo “me cago en la leche del peluquín”. A duras penas pude contener la risa y a todo cisco apreté el botón de su planta. Ya estaba mi enigma resuelto, pero me esperaban diecisiete plantas que subir juntos. Un trago.

Nada más arrancar el ascensor le oigo exclamar: ¡¿Que hace insensato?! Pues que voy a hacer, llevarle a su piso, ¿no? Pues no, naturalmente que no. Para ahora mismo este chisme y bájame a la calle. Como pude, le hice ver que ya no se podía detener la marcha, so pena de que pulsáramos la alarma y entonces iba a ser peor el remedio que la enfermedad, puesto que lo que pretendía es que no le viera nadie. Le propuse impedir que las puertas se abrirán al llegar a la diecisiete y bajar directos sin parar en ningún piso; ya que eso si estaba a mi alcance lograr. Accedió a regañadientes pero el camino de bajada fue un calvario. Por un lado la risa, que apenas podía contener y, por otro, pensar en las consecuencias posteriores si las cosas no salían como urdía a toda prisa. Me ordenó, que apenas se abriera la puerta en el piso de abajo, bloquear la cabina y que saliera a toda prisa a la calle con él pegado a mis espaldas para evitar ser visto y le acompañara a coger un taxi. Al tiempo que me daba estas instrucciones, no dejaba de amenazarme con toda serie de calamidades si osaba contar lo ocurrido a alguien de la Empresa.

La operación camuflaje salió bastante bien, pero mi desgracia sobrevino en forma de Jefe de Servicios Generales, esperándome a la puerta del ascensor, tras apercibirse que estaba bloqueado y yo ausente. Al verme llegar de la calle, aunque intenté en vano mil y una excusa, ninguna que le satisficiera lo suficiente por lo que le rogué que me acompañara a su planta y allí, en el transcurso del viaje hasta la catorce, en la soledad de la cabina, le confesé toda la verdad. Le “exigí” juramento sobre el silencio que ambos debíamos guardar en el asunto, pero bien sabía yo que eso era lo mismo que poner un “e mail” a toda la Empresa, sin acuse de recibo. A media mañana ya podía notar sin dificultad las medias sonrisas maliciosas, los comentarios a “sotto voce” y demás demostraciones de que el asunto era “vox populi”. Lo peor estaba por llegar.

Y llegó esta mañana. Apenas me he incorporado, sin dejarme ver siquiera a Tina, me ha llamado a su despacho el Jefe de Recursos Humanos y con la educación y buenas maneras que se gastan estos fariseos de corbata, me ha comunicado que por orden del Director General, estaba suspendido de empleo y sueldo durante quince días en respuesta a mi probada difamación sobre personal directivo de la Empresa. Pero no contento con eso, el muy ladino de don Emilio ha dado instrucciones para que a mi reincorporación me busquen otro puesto de trabajo, en el que no tenga la posibilidad de verle.

Lo único bueno es que a la salida del despacho del Jefe de Recursos Humanos, me he encontrado a Tina. Estaba al corriente de todo y me ha dicho que lo sentía mucho y que me iba a echar bastante de menos y me ha dado un par de besos. ¡Huele, huele, que aún conservo el aroma de sus labios! ¡Cagüen diez, que le tengan que pasar a uno estas cosas para que le abonen su linda cara con dos besitos una moza como Tina!”
¿Otra caña, Charly?
¡Venga y fuera penas!

Narración original de Terrón de Tierra
Torrelodones, Junio de 2.006



¡BUENAS NOCHES, RESPETABLE PÚBLICO! EN PRIMER LUGAR QUIERO AGRADECER A TODOS VUESTRA ASISTENCIA A ESTE ACTO. DESPUÉS, MI AGRADECIMIENTO AL JURADO POR HABER ELEGIDO ESTE TRABAJO COMO MERECEDOR DEL PRIMER PREMIO EN EL APARTADO DE NARRATIVA. Y, POR ÚLTIMO, MI RECONOCIMIENTO AL ATENEO DE TORRELODONES, POR LA ALTRUISTA LABOR QUE VIENE DESARROLLANDO PARA FOMENTAR LA CULTURA DE NUESTRO PUEBLO. APROVECHO ESTA MAGNA OCASIÓN PARA SUGERIR A LA DIRECTIVA QUE MODIFIQUE EL NOMBRE DE ESTA CONVOCATORIA; PUES SI BIEN NACIÓ ACERTADAMENTE CON EL NOMBRE DE “VELADA POÉTICA”, AL DÍA DE HOY PARECE QUE LE ENCAJA MEJOR EL DE “VELADA CULTURAL”, DADO QUE HA AMPLIADO SU ANDADURA INICIAL, ABARCANDO MUY ACERTADAMENTE OTROS ASPECTOS DE LA CULTURA, PARA BENEFICIO DE TODOS.
IGUALMENTE QUIERO FELICITAR A TODOS LOS PARTICIPANTES EN ESTA CONVOCATORIA Y DE MANERA MUY ESPECIAL A LOS QUE ME ACOMPAÑAN A LA HORA DE HABER SIDO DISTINGUIDOS EN CUALESQUIERA DE LOS PREMIOS.

PARA ACABAR, TAL Y COMO NOS COMPROMETEMOS LOS PARTICIPANTES, DEBO LEERLES EL TRABAJO PREMIADO.
ANTES DESEO HACERLES UNA ADVERTENCIA, QUE DE NINGÚN MODO QUIERE SER UNA CURA EN SALUD. EXISTE UN VIEJO ASERTO QUE DECLARA A LOS ESCRITORES (VAYAN MIS DISCULPAS POR LA JACTANCIA DE CONSIDERARME TAL, CUANDO NO PASO DE SER UN MODESTO APRENDIZ) Y A LOS POETAS, PÉSIMOS NARRADORES DE SUS TRABAJOS.
MI NARRACIÓN ES LA DE UN EPISODIO CÓMICO Y ESPERO SER CAPAZ, APELANDO A MIS PINITOS EN EL MUNDO DE LA FARÁNDULA, EN MI LEJANA; Y BIEN LEJANA, JUVENTUD, DE DOTARLE DE LA GRACIA QUE QUISE DARLE CUANDO LA ESCRIBÍ.
SI DESPUÉS APLAUDEN, EN SEÑAL DE QUE LES HA GUSTADO, QUE DIOS LES BENDIGA. Y SIN MAYOR DILACIÓN VAMOS CON LO ANUNCIADO.
ESTÚPIDO A TIEMPO PARCIAL

Así es como definí a mi esposo tras abrazar un machismo trasnochado por culpa de sus amigotes. Formábamos una pareja normal, con los altibajos propios de la convivencia cotidiana.
Su errática conducta le llevó a levantarme la mano en una ocasión y aquel día me di cuenta que o cortaba de raíz aquello o lo iba a lamentar mientras viviera. Para luego es tarde, me dije y ni un segundo dudé en cogerle por los testículos para retorcérselos antes de recibir el primer golpe. Mientras aullaba de dolor, sin salir de su asombro, le espeté: “La próxima vez que lo intentes, te los arranco de cuajo”
Y oiga, ¿no sé por qué?, pero mano de santo; vamos, que duermo la mar de tranquila; ni separación, ni orden de alejamiento que valga.
Igual me pasé un poco, pero no me arrepiento. No que va, ya lo dice el refrán: “A grandes males, grandes remedios” Pues va a ser que sí.

Terrón de tierra
Torrelodones, Enero de 2010



PUES VA A SER QUE NO

(…y aquel día me di cuenta…)

Pues va a ser que no; que no me caso, y mira que estaba enamorada. Pero es que como decía mi madre, que en gloria esté, mas vale prevenir que curar. Estaba enamorada; cierto, pero no ciega y aquel día me di cuenta que a pesar de no haber pasado a mayores la cosa, era como haber visto el hocico al lobo bajo su piel de cordero y me dije, “nena, para luego es tarde”
Para mí, lo del matrimonio, es para toda la vida y así…, pues no es plan: denuncias, broncas y tal, ¡qué queréis que os diga!

Terrón de tierra



IMBÉCIL, PERO DE CUOTA
(…y aquel día me di cuenta…)

¡Tampoco soy tonta ni nada!; mira que haber tenido que esperar a plantearnos el vivir juntos para darme cuenta de su escasa capacidad para entender la idiosincrasia femenina. Pretendíamos hacer un somero reparto de responsabilidades y es cuando me percato que en todas las situaciones pretende quedar por encima; sobre todo en cuanto a ventajas, que no a aportaciones del tipo que fueran. Y aquel día me di cuenta, pero enseguida se lo plantee descaradamente: “Mira, tenerte siempre por encima puede ser aburrido; o sea, que o nos calentamos todos o doy una patada al brasero”
Y se la di.

Terrón de tierra

La princesa y la reina

Julia llevaba un buen rato, como era habitual en los días de fiesta, tratando de conseguir que su pequeña Nerea, despertara. Como siempre, remoloneaba a pesar de haberle descorrido las cortinas de la habitación, de haberla zarandeado discretamente y de cada poco tiempo ir gritando su nombre, habiendo dejado la puerta de su habitación abierta, mientras se afanaba en preparar los desayunos de ambas y avanzaba lo que buenamente podía en las faenas caseras. Pero nada, Nerea parecía tener un sexto sentido para detectar aquellos días que no era obligatorio levantarse para ir al colegio. También era cierto que esos otros días, su progenitora, empleaba el código cero de permisividad para evitar la menor demora en hacerle saltar de la cama e iniciar el aseo y demás preparativos. No era el caso del día que nos ocupa, porque precisamente le correspondía pasar la jornada con su padre, separado recientemente de su madre.
Acercándose por enésima vez a la habitación de su hija, con la más firme intención de sacarla de la cama, por las buenas o por las menos buenas, se encontró con que ya comenzaba a desperezarse, sin demasiado entusiasmo, pero por lo menos se hallaba sentada en la cama.
-¡Vamos, cariño, que te estás retrasando mucho y recuerda que papá está a punto de venir a buscarte ¡
-¡Jo, “Ma”, si es que no me apetece ir con él!
-Mira, nena, no digas bobadas, con la ilusión que te ha hecho siempre.
-“Ma”, ¿ qué es más una Reina o una Princesa ?.
-¿A qué viene esa pregunta ahora?.
-Tu contesta, luego te lo explico.
-Pues una Reina, porque generalmente es la madre de la Princesa-contestó Julia, muy intrigada por la pregunta de su hija.
-Entonces primero va una Reina y después una Princesa, ¿no?.
-Depende para qué, pero si; ese es el orden natural. Pero explícate, porque no entiendo adónde quieres ir a parar.
-“Ma”, ya te he dicho que luego, pero no me pienso arreglar. No quiero ir con papá. Me quedo contigo.
-Nerea, explícame lo que quieras, pero mientras te arreglas y desayunas, porque hoy es el día que te toca ir con papá y no quiero líos. Así que mas te vale dejarte de tonterías, no vaya a ser que nos pille tu padre a medio arreglar y tengamos otra trifulca.
-“Ma”, ¿qué es una trifulca?.
-Pues...mira, en estos instantes ni sé como explicártelo, pero se trata de algo muy desagradable y mas estando tu padre por medio. Espabila, y a la noche te lo aclaro con más detalle, cariño.
Julia, mientras tanto trataba de ir vistiendo a la niña, que no cesaba de poner impedimentos, consiguiendo que su madre se agobiara por momentos.
-Puedes hacerlo ahora, “Ma”, porque no pienso ir con papá.
-Mi vida, no seas cabezota; ya te he dicho que hoy te toca ir con papá y es mejor que tengamos la fiesta en paz. Vamos a ver, ¿por qué, ahora, de pronto, no te apetece pasar el día con papá?.
-Pues porque yo antes era su Princesa y ahora que se, porque tú me lo has dicho, que ser Reina es más que ser Princesa, pues que se quede con su Reina.
Julia escuchó atónita a la pequeña, sin saber que responder y antes de ocurrírsele una contestación oportuna, Nerea, volvió con una nueva pregunta.
-“Ma”, cuándo papá y tu vivíais juntos, ¿él te decía que eras su Reina?.
-¡ Ejem!- titubeó confundida Julia, antes de acertar a contestar a la
pequeña- digamos que sí, que así me llamaba casi siempre.
-Pero ahora ya no eres su Reina, ¿verdad ?.
-Pues...no, la verdad es que ya no soy su Reina, pero eso no importa nada
entre nosotras.
-A mí sí que me importa. Porque si tú no eres su Reina, yo no quiero ser su
Princesa; además es que no me gusta nada su Reina de ahora.
-Pero, ¿por qué? El sigue siendo tu papá y te quiere mucho. Eso no tiene nada que ver con el que yo haya dejado de ser su Reina.-dijo, tratando de restar importancia al comentario de la pequeña.
-Ya, pero es que tu eres muy diferente a su nueva Reina.
-Bueno, es lógico que a ti te guste yo más que ella, porque eres mi hija y lo natural es que me quieras; como madre tuya que soy, pero verás como poco a poco te vas a encariñar con esa mujer. Por cierto, que no sé cómo se llama, ¿tu si?
-Pues claro, “Ma”. Se llama Rosa, pero papá siempre le dice Reina o
cariño. ¿A ti te llamaba igual?
-Pues, si, por el estilo. De todas formas creo que casi siempre es lo mismo: Empieza una por ser Reina y acaba por ser cortesana, pero eso son cosas que a ti no te interesan ahora, ya te irás enterando con el tiempo, así que
abrevia, que papá ya estará a punto de llegar.
-“Ma”, ¿cómo te tengo que decir, que me quiero quedar contigo?
-Ya, ¿y si yo estoy esperando a un Príncipe que me saque a pasear, que?.
-No importa, pues si es un Príncipe, preferirá pasear conmigo, que soy una
Princesa. Recuerda “Ma”, yo soy una Princesa. A mí no me han quitado la
corona.
-¿Quién te ha dicho que a mí me la hayan quitado, eh?.-contestó Julia,
fingiendo un morrocotudo enfado.
-Nadie, pero si antes eras la Reina de papá y ahora es Rosa, pues será
porque te has dejado quitar la corona, ¿no?.-argumentó Nerea, con infantil
lógica. Al ver la cara de perplejidad de su madre, trató de consolarla,
aunque no dejaba de ser una reflexión que ya se había hecho antes muchas otras veces.
-Lo que no me explico es por qué: Tú vales mucho más que su nueva Reina.
-¡Menos mal!.
-¿Verdad?. Mejor para nosotras; Estamos muy bien solas.
-Ya, pero si mamá encuentra un nuevo Rey, que le haga tilín, ¿qué
hacemos?.
-Pues nada. Pero, ¿no sería mejor hablar con papá, por si esta Reina deja de
gustarle y vuelve a ponerte la corona? ¿No te parece?.
-No sé, no sé que decirte. Como idea no es mala. Pero habiéndose dado
tanta prisa para encontrar una sustituta, no lo veo nada claro.
-¿Si no te importa que se lo pregunte, a lo mejor, ahora, sí que me apetece
ir con ellos hoy?.
-No te hagas ilusiones cariño, pero haz lo que quieras. Pero sobre todo no
le digas nada estando su Reina delante, ¡ eh ¡

Nerea, presa de un súbito entusiasmo, desayunó como hacía tiempo
no recordaba Julia y se dejó arreglar con inusitada emoción.
-Deja “Ma”, no te preocupes. Cuando vuelva esta noche, seguro que te
traigo otra vez tu corona y volverás a ser nuestra Reina.
Julia, despidió a su hija con una enorme sonrisa aflorándole a la boca y un racimo de lágrimas a punto de inundarle los ojos.


Por Terrón de tierra.

Viaje inédito

Hace unos días en el Colegio nos dieron una nota para nuestros papás. Cuando se la entregué a mamá y la leyó, me dijo de lo que se trataba. Resulta que una señora muy rica; demasiado, me dijo mamá, que había sido alumna de nuestro Colegio, aunque de eso hacia bastantes años, iba a visitarnos porque había sido elegida como la primera mujer española en viajar al espacio como turista. Por medio de la nota se explicaban los actos previstos para ese día, además de comunicarles la suspensión de las clases de la mañana para que no lleváramos cartera ni bocadillo.
Por la noche cuando llegó papá, mamá le dio la nota y juntos la estuvieron comentando. Yo estaba haciendo los deberes pero cuando les oí hablar del tema estiré la oreja todo lo que pude y me quedé bastante intranquila. Papá era el más enfadado, pero enseguida me di cuenta que a ninguno de los dos le hacía gracia la dichosa visita. Luego, escuchando atentamente, me pude enterar de las razones de uno y de otro.
“No me parece nada bien, que por ser rica despilfarre tantísimo dinero en una capricho de esa naturaleza. ¡Vaya ejemplo para los niños!”-, decía papá.
“Mucho menos considerando la cantidad de niños que a diario mueren de hambre en el mundo”-, remataba mamá.
La verdad es que cuando escuché eso de la muerte de los niños por hambre, se me encogió el ánimo. Hasta entonces, nunca se me hubiera ocurrido pensar que nadie se pudiera morir de hambre, y menos niños; que quizás eran como yo; o sea, que muy bien podrían tener siete años o así, sin embargo debía ser cierto porque mis papás hablaban muy en serio. Otra cosa que me impresionó mucho fue cuando calcularon las personas que podrían vivir con el dinero que ella se iba a gastar. No se, no me acuerdo de la cifra, pero eran muchas, muchísimas personas que podrían salir de pobres con ese dinero. Tampoco les gustaba que visitara el Colegio, porque pensaban que podía ser un mal ejemplo e insistieron mucho los dos en eso, pues también estaban de acuerdo.
“Los niños y los no tan niños, pueden creer que todos los caprichos se pueden conseguir a base de dinero y el hecho de no tenerlo les produce frustración. Es un mal ejemplo, porque se educa, aunque sea sin querer, en el consumismo y el materialismo” A mí, aquellas palabras, la verdad, no me decían nada, pero escuchándoselas a papá, sabía que no podían querer decir nada bueno. A lo mejor era el tono, o yo qué se.
Tras cenar, me fui a la cama muy inquieta. Dormí mal porque soñé mucho sobre lo que papá y mamá habían estado diciendo la noche anterior. Unas cosas no terminaba de entenderlas del todo y otras me parecían increíbles.
A la mañana siguiente, mientras caminaba con mamá a solas hacia la parada del autobús escolar le pregunté con mucho cuidado, como si solo hubiera escuchado un poco de todo lo que hablaban. Me regañó por prestar atención a las conversaciones de los mayores cuando tenía que estar centrada en estudiar y hacer los deberes. Bueno, se enfadó pero no mucho. Además me lo fue explicando todo mucho mejor, para que lo entendiera, sin embargo me pidió que no lo comentara con nadie.
Dos días más tarde; o sea, ayer, se produjo la esperada visita
Todos los niños del Colegio andábamos muy excitados. A media mañana nos bajaron al patio, a esperar la llegada de la señora. Tuvimos que aguardar poco porque enseguida llegó en un coche enorme. También vinieron con ella muchas otras personas. Alguien dijo que eran Autoridades y Periodistas. Había mucho revuelo de gente: Fotógrafos y señores con cámaras de televisión, menudo follón.
Al principio a ella casi no la podíamos ver porque estaba rodeada de gente mayor. Sería por eso que nos llevaron al salón de Actos, a esperar que le enseñaran todo el Colegio, porque dijeron que después pasaría a saludarnos. Tuve suerte y me colocaron muy cerca del escenario, así la pude ver bien. Todo el mundo estaba muy contento, no sé si era porque íbamos a perdernos todas las clases de la mañana, pero yo estaba un poco preocupada después de todo lo que había escuchado a mis padres.
No entendía que los otros niños estuvieran tan alegres, sabiendo lo de los niños que se mueren a diario de hambre y todo eso. A lo mejor era que nadie se lo había dicho porque si no, no me lo explicaba. Lo de perder la clase estaba bien pero, ¡jo!, con lo del hambre y la muerte de los niños yo no vivía en paz.
Mientras esperábamos nos pusieron un documental sobre viajes espaciales. Era muy divertido ver como los señores que iban en la nave se movían como a cámara lenta y no se podían quedar quietos, enseguida terminaban en el techo. Parecía que estaban haciendo payasadas todo el tiempo. Nos reímos bastante, sobre todo cuando querían coger cualquier objeto que estaba como flotando y se les escapaba varias veces.
Por fin llegó la señora, llevando un enorme ramo de flores que le habían regalado. Saludó muy simpática y enseguida la acomodaron en una silla en el centro de la mesa. A su lado estaba el Director y varios Profesores. Los Fotógrafos y los de la Televisión no paraban de enfocarle desde distintos ángulos. No sé como la señora podía aguantar tanto jaleo en torno suyo, aunque la verdad es que parecía que le gustaba mucho porque no dejaba de sonreír.
Habló en primer lugar el Director. Nos contó, muy brevemente; bueno, según él, porque a nosotros se nos hizo un poco largo, la vida de la señora, sobre todo lo relacionado con su paso por el Colegio. Después algo de su vida particular y terminó ensalzando la heroica gesta que iba a protagonizar.
Aplaudieron mucho cuando terminó; yo, algo menos.
A continuación comenzó a hablar la señora. A ratos parecía que se emocionaba. Otros recordaba a una actriz declamando su papel. Luego trató de hacerse la interesante, dando mucha importancia al viaje que iba a realizar; como si realmente fuera una hazaña. A ella le aplaudieron mucho más cuando acabó; todos menos yo, claro, cada vez me gustaba menos aquello. Me parecía todo muy raro y por momentos me acordaba de lo que había oído y escuchado de boca de mis padres.
No tuve la culpa de nada o de casi nada. Fue ella, la señora, la que me provocó. Yo ni siquiera alcé la mano cuando pidió que le preguntáramos lo que quisiéramos y viendo que nadie se atrevía me señaló a mí, precisamente a mí. ¿No sé por qué?
Me puse en pie y enseguida tenía un micrófono delante. Desde siempre mis padres me habían inculcado la importancia de decir por encima de todo la verdad, de no mentir. Pues eso, que cuando la señora me preguntó la opinión que tenía de su viaje, me acordé que no debía mentir y así, de golpe se lo solté todo:
“ Pues a mí me parece mal, porque según me han explicado mis padres, con el dinero que usted se va a gastar en el viaje; que a ellos les parece que no es más que un capricho, podía evitarse que muchos niños murieran de hambre”
Tenía más cosas para decir, pero como noté que se hacía un silencio total, que a la señora se le había borrado la sonrisa de la cara y que todos los Fotógrafos, mas los Cámaras de televisión me enfocaban y en resumidas cuentas que todo el mundo me miraba a mí y que yo no veía a nadie de los nervios que me entraron al ver el desconcierto general, me callé. Ya no dije más.
Tampoco me hubieran dejado. Unos; los Profesores, me querían sacar de allí a toda costa. Otros; los Periodistas, querían seguir preguntándome. El barullo que se formó fue tremendo. La señora, según me dijeron después, se desmayó. La verdad es que yo no me lo creo del todo. Me parece, que más bien hizo que se desmayaba para evitar otras preguntas, como al final sucedió porque no dejaron preguntar a nadie detrás mío. De allí se la llevaron en volandas y ya no la volvimos a ver.
El alboroto fue impresionante y mientras muchos acompañaban a la señora, no pocos me asediaban a preguntas. Yo seguía en mis trece de permanecer callada, entre otras cosas porque estaba asustada del lío que se había formado. Oí muchas cosas, pero quizás lo que mejor se me quedó grabado fue el reproche de una de las Profesoras:” ¿Te habrás quedado a gusto, guapa?”
En medio de aquel desbarajuste, se me acercó una muchacha muy agradable y se ofreció para llevarme a casa. Se lo agradecí infinito.
Con mucha autoridad me cogió de la mano y abriéndose paso entre todos, alegando la necesidad de llevarme a casa, me sacó de allí. Tenía el coche casi a la puerta y enseguida estábamos las dos solas, circulando rumbo a mi domicilio.
Antes de llegar me preguntó amablemente si tenía sed. Y claro que la tenía. Me invitó a un refresco en una cafetería, ya muy cerca de mi casa. Mientras bebíamos, comenzó a interesarse por las intenciones que tenía al decirle a la señora lo que le había dicho. Quiso saber si era verdad que mis padres me habían hablado así, también quiso que le contara otras opiniones sobre el viaje y sobre la señora que me hubieran comentado mis padres. Lo cierto es que como estaba agradecida a como se había comportado conmigo, no tuve inconveniente en contarle todo de pe a pa.
Esta mañana mis padres no me han dejado ir al Colegio, dicen que todavía es pronto, después de lo que pasó ayer. Antes de incorporarme a clase de nuevo mi padre quiere ir a hablar con el Director y con mis Profesores.
Papá ha madrugado para comprar unos cuantos periódicos. En todos viene la noticia y sobre todo, porque Cris, la joven que tan amablemente me acompañó a casa, es periodista. Ha escrito mucho sobre el tema, incluso en algunos diarios sale mi foto pero la noticia no soy yo, es la señora. Ha cancelado el viaje y ha decidido entregar el importe del mismo a varias ONGs.
En mi casa, tras haber leído papá la noticia, estamos muy contentos. Lo que no sé, es ¿cómo me recibirán en el Colegio?
Esta es la historia de un viaje inédito, que ya sabéis como acabó.
Ahora falta saber cómo acabaré yo... y, ¡jolines!, un poquito de miedo si tengo.
Terrón de tierra
Torrelodones, 3 de Septiembre de 2.009

Soliloquio de un juglar inquieto

Heme aquí hogaño, a las puertas de San Millán de la Cogolla, afanado en saciar mis conocimientos en el arte del Mester de Çlerecía, pues harto conozco el de Ioglaria, por haber sido la base de mi sustento diario, recorriendo Comarcas, Predios o Feudos, do la buenas gentes del lugar quisieran oírmelas fablar.
Quiero fablar curso rimado por la cuaderna vía, a sylabas contadas que es gran maestría, por eso pernocto junto a San Millán y acudo a clase diaria con los monjes, pues hollando esos polvorientos caminos para deleitar a las buenas gentes con mis romances, usando el lenguaje de Ioglaría, tuve conocimiento del Román paladino, traído como buena nueva por Gonzalo de Berceo: Quiero fer una prosa en roman paladino, en el cual suele el pueblo fablar a su vecino.
Atravesé antaño la erudita Salamanca, plaza importante en presente y futuro dentro de las letras, crisol de enseñanzas y embrión de saberes. Conocí de primera mano los estudios Salmaticenses y vide grande porvenir en materia de cultura que allá se enseña con gran diversidad de materias.
. Pernocté, jornadas varias, en el muy ilustre Monasterio de Silos, do saqué muy grata impresión de la labor del monje riojano Domingo, ansi como me quedó grabada la máxima del prólogo de la Orden Benedictina: Hodie si vocem eius nolite obdurare corda vestra. (Hoy, sí oyereis su voz, no endurezcáis vuestro corazón)
Vide en persona los avances del Scriptorium silense, con grandes aportaciones de muy eruditos monjes, por eso me urgía llegar a San Millán, para intentar empaparme de la sabiduría que mana del “pozo” sito entre estas seculares piedras. Id est; o sea, esto es.

Reflexiones de una mujer sensible

Llevo prendidas en el escote las miradas de muchos hombres que me acechan con descaro, como si solo con asomarse a ese balcón, adonde se refugian pudorosos mis prominentes senos, les bastara para abrir el postigo.
No me gustan los hombres que miran con lujuria mal contenida las lomas de mis pechos asomando por el escote; sin embargo, me encantan los que posan su mirada en mis ojos y con encendido afán son capaces de entreabrir el portón del deseo.
A éstos, me complace sostenerles la persistente acechanza hasta que sin rubor se va desabrochando la abotonadura de la blusa; así, como por encanto y se les ofrece el fruto maduro de unos henchidos senos.
Parpadeo inquieta cuanto siento el suave roce de una caricia y me estremezco al percibir la suavidad de sus dedos sobre los temblorosos pezones.
Apenas soporto el aturdimiento de las caderas, cuando manos varoniles las abarcan con decisión de propietario.
Se confunden los sentidos, atisbando unos dedos merodeando entre las piernas, en lenta pero decisiva maniobra de avanzar por territorio harto conquistado
Me asusta más la respuesta que la pregunta, sabiendo lo que buscan, cuando ya me tiene el hombre a su merced, porque antes de herirme el cuerpo me ha desbaratado el alma.